Terminada la guerra, Israel se centró en la construcción del estado por el que había luchado tanto y tan duramente. La primera Knéset (parlamento) de 120 bancas empezó a sesionar después de las elecciones nacionales (25 de enero de 1949) en las que participó cerca del 85 por ciento del electorado.
Dos personas que guiaron a Israel hacia la independencia pasaron a ser los líderes del país: David Ben-Gurión, presidente de la Agencia Judía, fue elegido primer ministro, y Jaim Weizmann, presidente de la Organización Sionista Mundial, fue designado primer presidente del país. El 11 de mayo de 1949, Israel ocupó su lugar como 59° miembro de las Naciones Unidas.
David Ben-Gurión, un hombre de visión (O.P.G./K. Zoltan)
De acuerdo con el concepto de "reunión de los exiliados", razón de ser de Israel, las puertas del país se abrieron de par en par, otorgando a todo judío el derecho a establecerse en Israel y obtener la ciudadanía a su llegada. En los primeros cuatro meses de independencia alrededor de 50.000 inmigrantes, en su mayoría sobrevivientes del Holocausto, arribaron a Israel. Hacia fines de 1951, habían llegado 687.000 hombres, mujeres y niños, más de 300.000 de ellos refugiados de los países árabes, duplicándose así la población judía.
Una mujer recién inmigrada sentada en sus baúles con sus niños, en la plaza mayor de Yehud (O.P.G./K. Zoltan)
Los aprietos económicos causados por la Guerra de Independencia y la necesidad de mantener a una población en rápido crecimiento obligaron a imponer un régimen de austeridad interna y recurrir a ayuda financiera del exterior.
La asistencia otorgada por el gobierno de los Estados Unidos, préstamos de bancos norteamericanos, contribuciones de los judíos de la diáspora y las reparaciones pagadas por Alemania se emplearon en la construcción de viviendas, la mecanización de la agricultura, la creación de una marina mercante y una línea aérea, la explotación de minerales, el desarrollo de la industria y la ampliación de las redes de caminos, telecomunicaciones y electricidad.
Hacia fines de la primera década de la existencia del estado la producción industrial se había duplicado, al igual que el número de personas empleadas, y las exportaciones industriales se habían cuadruplicado. La vasta expansión de la agricultura había permitido la autosuficiencia en el abastecimiento de todos los productos alimenticios básicos excepto carne y granos. Unas 20.000 hectáreas de tierra, en su mayoría árida, fueron reforestadas y se plantaron árboles a lo largo de unos 800 km. de carreteras.
El sistema de educación que había sido desarrollado por la comunidad judía en el período preestatal, e incluía ahora al sector árabe, fue ampliado grandemente. La educación pasó a ser gratuita y obligatoria para todos los niños entre los 5 y 14 años de edad (desde 1978 es obligatoria hasta los 16 años y gratuita hasta los 18). La actividad cultural y artística floreció, combinando elementos del Oriente Medio, de África del Norte y del Occidente, a medida que los judíos que llegaban de todas partes del mundo traían consigo las tradiciones particulares de sus comunidades, así como aspectos de la cultura prevaleciente en los países en los que habían vivido durante generaciones. Cuando Israel celebró su décimo aniversario, la población del país sobrepasaba los dos millones de almas.